Descripción
Es muy distinto escribir sumergido en una soledad física y mental, esperar la publicación del libro, su distribución, la aparición de críticas y por último la reacción de algunos lectores –todo esto puede tomar meses, y también años– que escribir en un blog, en Twitter o en Facebook para 300.000 seguidores que, en el momento mismo en que ponemos el punto final a una frase, teclean y envían sus reacciones, críticas o elogios, exponiendo también sus puntos de vista.
Para expresarme en Twitter bajo el lema ¡Re-evolución poética, la Conciencia al poder!, al contrario de quienes utilizan este medio para hablar de ellos mismos, me prometí entrar en el terreno de lo impersonal, hablando sólo de temas exentos del aroma a ombligo que se desprende de tantos tweets. La tarea se convirtió en un juego enriquecedor: cualquier pensamiento tenía que ser condensado en una frase de 140 caracteres como máximo. A las frases, por su implacable impersonalidad, las llamé metaforismos. Escarbé en antologías de refranes de todos los países, y transformándolos o desviándolos hacia significados psicológicos, los llamé psicoproverbios. Lo más difícil de todo fue, cuando me bombardearon con preguntas sobre problemas personales, condensar los actos de psicomagia en tan pocas palabras. En Twitter estos actos escuetos semejan disparos psíquicos, adquiriendo un tinte surrealista. Pueden ofender o hacer reír, su objetivo es provocar un cortocircuito mental que extraiga al consultante de los hábitos que lo aprisionan, haciéndolo abrirse a lo inesperado, ahí donde un aire nuevo aporta semillas de felicidad.
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